Hoy se conmemoran 23 años desde los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, un evento que marcó un antes y un después en la historia contemporánea. Aquel día, dos aviones comerciales secuestrados impactaron contra las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York, provocando el colapso de ambos edificios y causando la muerte de casi 3,000 personas. Otros dos aviones también fueron secuestrados, uno impactó en el Pentágono y el cuarto, destinado a otro objetivo en Washington, se estrelló en un campo en Pensilvania luego de que los pasajeros intentaran retomar el control.

La tragedia no solo dejó una huella imborrable en la memoria colectiva de Estados Unidos, sino que también tuvo profundas repercusiones globales. A partir de ese momento, las políticas de seguridad nacional se endurecieron, y comenzó la «Guerra contra el Terrorismo», que incluyó la invasión de Afganistán y más tarde de Irak.

Las conmemoraciones de este año incluyen ceremonias solemnes en Nueva York, Washington y Shanksville, Pensilvania, donde se honrará a las víctimas con un minuto de silencio y la lectura de sus nombres. Los sobrevivientes, familiares de las víctimas y líderes mundiales aprovecharán la oportunidad para reflexionar sobre las consecuencias del terrorismo, la resiliencia del espíritu humano y los esfuerzos por garantizar que una tragedia de esta magnitud no se repita.

El 11 de septiembre no solo es un recordatorio del dolor, sino también de la capacidad del mundo para unirse ante la adversidad. Hoy, más de dos décadas después, la pregunta sigue vigente: ¿Estamos más seguros ahora?

¿Qué ha cambiado desde entonces?

Con el paso de los años, las políticas globales de seguridad, la vigilancia tecnológica y la lucha contra el terrorismo han transformado la manera en que los gobiernos y las sociedades enfrentan las amenazas. Sin embargo, los desafíos continúan evolucionando, y el 11-S sigue siendo una advertencia de la fragilidad de la paz en un mundo cada vez más interconectado.