El hecho ocurrió la tarde del 16 de abril de 2020 en un inmueble donde la madre de la víctima trabajaba como empleada doméstica.

Mientras su madre, hermana y la dueña de casa salieron a comprar, Miguel G., de 48 años quien ejercía las labores de conductor, aprovechó para intimidar a la víctima y llevarla a un dormitorio de la vivienda donde cometía el delito.

La adolescente forcejeó y logró escapar. Su hermana llegó al lugar y la agredida le entregó un papel en el que le contaba de las agresiones pereptradas por su victimario. Ella, a su vez, le contó lo sucedido a su madre y a la dueña de casa. Ambas avisaron del hecho a la Policía.

Según las investigaciones, esa no habría sido la primera vez que el procesado cometió el abuso contra la víctima. Además, su hermana también habría sido agredida: ambas trataban de defenderse con tijeras para que Miguel G. no las violentara.

Tribunal de Garantías Penales dictó sentencia condenatoria de seis años y ocho meses de privación de libertad para Miguel Gustavo G., como responsable del delito de abuso sexual, perpetrado contra una adolescente de 15 años.

Los jueces dispusieron también el pago de 1.000 dólares como reparación integral a la víctima y de una multa de doce salarios básicos unificados.

Durante la audiencia de juzgamiento, la fiscal de la Unidad de Violencia de Género, Ana Remache, demostró la materialidad del delito y la responsabilidad del procesado en el hecho imputado, mediante pruebas testimoniales, periciales y documentales.

Entre estas constan: el testimonio anticipado de la víctima y los testimonios de su madre y hermana, el informe de reconocimiento del lugar de los hechos, la pericia de entorno social que determinó la vulneración de la víctima, ya que el agresor la conocía desde niña porque trabajaba en el mismo lugar que su madre.

Asimismo, se presentó una valoración psicológica con la que Fiscalía demostró que producto de la agresión sexual la agraviada padeció depresión, estrés postraumático, entre otros.