Nuestro país atraviesa por momentos de incertidumbre política, que sin duda se ven reflejados en la manifestación de varios sectores de la sociedad, que a viva voz y en libertad reclaman lo mejor para sus familias.
Aunque también, no es menos cierto, oscuros intereses se aprovechan de estas genuinas pretensiones para generar caos y desestabilización a la democracia.
El legítimo derecho a expresarse y levantar la voz de forma pacífica, es un principio que en libertad y democracia debemos garantizar y respetar, pero que a la par, la generación del caos y la intranquilidad deben ser castigados y perseguidos dentro del marco de la ley.
Y es en estos momentos donde ratificamos nuestros valores imparciales para informar, sí, pero imparciales o ajenos ante el peligro a la democracia, no.
Son los valores democráticos los que nos permitirán seguir construyendo a futuro sociedades más equilibradas y justas que garanticen a las mayorías un destino en libertad, desarrollo y paz.
No podemos olvidar las lecciones que con tanto dolor nos han costado aprender a todos los ecuatorianos en su aún frágil y reciente historia democrática.
Como decía el filósofo Jorge Agustín Nicolás Ruiz, “el que olvida su historia está condenado a repetirla”.