Las elecciones legislativas de Ecuador de 2025 han dado lugar a una Asamblea Nacional fragmentada y polarizada. Con cerca del 90% de las actas escrutadas, los resultados preliminares para asambleístas nacionales muestran que los movimientos Acción Democrática Nacional (ADN) y Revolución Ciudadana (correísmo) se disputarán el liderazgo en la próxima Asamblea, aunque ninguno de los dos alcanzaría la mayoría absoluta.

Según el Consejo Nacional Electoral (CNE), ADN, liderado por el presidente-candidato Daniel Noboa, se posiciona como la mayor fuerza política con un 43,52% de los votos a nivel nacional, lo que le permitiría obtener unos 66 escaños. Aunque esta cifra es importante, no alcanza los 76 escaños necesarios para lograr una mayoría absoluta. De no alcanzar ese número, será necesario que ADN busque alianzas con otras fuerzas políticas para aprobar iniciativas clave.

Por su parte, Revolución Ciudadana, el movimiento respaldado por Luisa González, ha logrado mantenerse como una de las principales fuerzas opositoras. Con un 41,15% de los votos escrutados, el correísmo podría obtener más de 60 escaños, lo que lo posiciona como la segunda mayor bancada, pero igualmente sin alcanzar la mayoría absoluta. Este resultado otorga al correísmo una capacidad significativa para desafiar las propuestas del oficialismo, especialmente si Daniel Noboa resultara vencedor en la segunda vuelta presidencial.

El proceso de escrutinio, aún en curso, revela que la próxima Asamblea será altamente diversa, con representación mínima de otros movimientos políticos. Entre ellos se encuentran el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik, Construye, Partido Social Cristiano (PSC) y Sociedad Patriótica.

La nueva composición de la Asamblea Nacional marcará el inicio de una dinámica política intensa, reflejo de la creciente polarización del país. A medida que el CNE termine el escrutinio, la configuración final de la Asamblea será crucial para los próximos cuatro años del presidente electo, quien, con esta nueva composición legislativa, deberá tejer alianzas estratégicas para asegurar la implementación de sus políticas.

Con una Asamblea Nacional dividida entre varias fuerzas, tanto el presidente como los legisladores electos enfrentarán el desafío de alcanzar consensos para avanzar en reformas clave en áreas como economía, seguridad y bienestar social. Este escenario también abre la posibilidad de bloqueos a iniciativas del gobierno, lo que podría generar tensiones y conflictos durante el próximo mandato.