El volcán Etna volvió a erupcionar y generó pánico entre los turistas que recorrían sus laderas, quienes salieron corriendo tras presenciar la expulsión repentina de ceniza, lava y material piroclástico. La escena, grabada desde varios ángulos, recuerda la fuerza imponente del volcán más activo de Europa. Sin embargo, pese al dramatismo del momento, las autoridades italianas aseguran que la situación está bajo control y que no hay peligro inmediato para las poblaciones cercanas ni riesgo de que la isla de Sicilia desaparezca.

La pregunta sobre si una erupción del Etna podría destruir Sicilia ha circulado entre los más alarmistas, pero los expertos del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología lo descartan tajantemente. Aunque el volcán tiene un largo historial de actividad intensa —como la devastadora erupción de 1669 que arrasó Catania y dejó más de 20.000 muertos—, su comportamiento actual es monitoreado de forma constante y sus erupciones tienden a ser localizadas.

Los sistemas de vigilancia y emergencia están diseñados para actuar con rapidez ante cualquier cambio en la actividad del Etna. Además, la reciente erupción no ha superado el Valle del León, un área de contención natural ubicada a más de 2.800 metros de altitud. Las emisiones, aunque impresionantes, no llegaron a zonas habitadas ni interrumpieron operaciones en el aeropuerto de Catania.

En resumen, aunque la erupción ha causado susto entre los turistas y ha despertado recuerdos de tragedias pasadas, Sicilia no corre peligro de desaparecer. El volcán sigue siendo una maravilla natural tan poderosa como vigilada, y su historia milenaria continúa escribiéndose con cada estallido de lava.